Enrique González Campano no sabe dar voces. Yo al menos no le he oído nunca. Será que no le enseñaron de chico y ahora con 60 años no quiere ya aprender. No sabe reñir ni abroncar a nadie. Tampoco le he visto hacerlo. Sí le he visto caerse de la bici y quemarse brazos y piernas con el asfalto. Pero su reacción va en sintonía con su discurso tranquilo: se levanta, se sacude el polvo del maillot rasgado, se limpia las heridas con alguna hierba de la cuneta y se monta en la bici, agacha la cabeza y pedalea. Las heridas del deporte, como las otras más duras que la vida le ha infringido, se quedan dentro. Solo las alegrías, como las de ser un abuelo campeón se comparten con los amigos.

Enrique ha hecho deporte desde siempre, bien jugando al fútbol, corriendo o montando en bicicleta. Al ciclismo dedica en exclusiva su tiempo libre para mantenerse en forma. Le gusta participar en marchas o rutas para entrenar y superar el reto de terminarlas. Cuando llegó a la categoría de veteranos se dio cuenta que la modalidad MTB que se adapta bien a sus características, que podía ser competitivo si se preparaba  bien. Muestra de ello son sus buenos resultados, entre otras, en la prueba 5 miles de Cabeza la Vaca.

Cada año prepara una prueba Titán del Open de Extremadura, que son las de mayor calidad de participantes, con ciclistas de lo mejor de Extremadura y comunidades limítrofes. Recientemente  ha participado en la Titán Hornachos, que resultó muy dura por el barro y el agua, además de las tremendas pendientes de la sierra. Normalmente hay dos exprofesionales de Cáceres y Trujillo en su categoría a los que le cuesta superar, pero a los que ya les ha ganado alguna vez porque arriesgan mucho en las bajadas (y no todo el mundo supera una caída como Enrique). Para la prueba de Hornachos se propuso bajar de 3:30 para aspirar al tercer puesto, y finalmente hizo 3.25 y subió al tercer puesto del pódium por delante de un cuarto clasificado al que sacó 4 segundos.

También es asiduo de las marcha ciclistas de carretera: “De lo que estoy más orgulloso es de la medalla de oro que conseguí en la Quebrantahuesos, con 20 minutos de margen para los establecido para mayores de 55 años. También de terminar detrás de Lobato y Pedro Martín en la Bedelalsa-Béjar del año 2017, con lo duro que resultó la subida final a la Covatilla por el aire, y del premio por equipos que nos dieron en la Ruta Sierra Morena de Pozoblanco al Cicloclub Badajoz creo en el 2012”.

Siempre se le verá correr con los maillot del Cicloclub Badajoz: “para mí es un orgullo participar representando al Club y me da una fuerza añadida ir con esos colores”.