Apreciado amigo Manolo, te pido permiso para tomar prestada esta frase, tan tuya y tan conocida por todos, o al menos por una inmensa mayoría de los componentes de este Club –TU CLUB-, al que tantas horas y tanto entusiasmo le dedicaste.

Ya que estamos aquí…, vamos a aprovechar el momento para sentarnos, tomarnos un cafetito y volviendo la vista atrás, intentar recordar algunos de los momentos tan agradables que hemos compartido –también algunos agridulces-, pero bueno, para qué recordar éstos, los dejaremos en el cajón de los olvidos.

Ya que estamos aquí…, tengo que decir muy alto y con orgullo, que bajo tu presidencia ingresé, hace ya unos añitos en el mismo, y en el que tan a gusto me encontré, ya que tuve en mis inicios, dos buenos maestros en primera línea y de los que tanto aprendí, reconociendo que los profesores fueron bastante mejores que este alumno; uno de ellos fuiste TÚ, el otro, como ya te imaginas fue “tu cuñado de leche”, de ambos tuve los mejores consejos, enseñanzas, saber estar, en fin, todo lo que un principiante como yo necesitaba y que sabía que en vosotros encontraría, estaba seguro de ello.

Ya que estamos aquí…, quiero tener muy presente las dos últimas marchas que hemos hecho -Guadalupe y Salvaleón- y que tanto las disfrutamos en unión de nuestras familias, aunque en una de ellas, a modo de anécdota, las féminas del grupo tuvieron un pintoresco encuentro con un pastor de la zona, y que nos valió para reírnos cuando llegamos al destino, en el que coincidimos con tu hijo y su club, que llegaron procedentes de Mentrida, con entrada triunfal en la Plaza, dónde se llevaron los vítores y aplausos de los presentes.

Ya que estamos aquí…, aprovecho para decirte que admiro el coraje y las ganas de vivir que le has dedicado a esta dichosa enfermedad que te ha ido corrompiendo por dentro, y en la que siempre has tenido el apoyo incansable de tu amada esposa, viendo cómo te ibas consumiendo poco a poco, con la rabia e impotencia de no poder hacer más de lo que ya de por sí estaba haciendo. De igual manera te digo que dejas un legado del que puedes estar muy orgulloso, pues tienes dos hijos dignos de su padre, amables, buena gente, profesionales, respetuosos y con otras muchas cualidades que estoy seguro me dejo sin poner, pero por encima de todas ellas, el cariño, respeto y devoción que profesan a SUS PADRES, virtudes éstas que hoy en día no todos los hijos saber llevarla a cabo.

Ya que estamos aquí…, viendo que estamos terminando el cafetito, y antes de la despedida, me gustaría decirte que allá donde pongas tu nueva morada, tengas una luz en la puerta para iluminarnos y que sigamos siempre el camino correcto, teniéndola como referencia para el día en que seamos llamados, podamos vernos y seguir haciendo “rutas celestiales”, que conociéndote, seguro habrás ido haciendo algún itinerario, siempre con dos variantes, para que llegados a la primera de ellas, nos puedas decir, Ya que estamos aquí...

Un inmenso abrazo de tu amigo y compañero Mere. Badajoz, 14/03/2021